La Asociación de Trabajo Interdisciplinario –ATI, como organización que incorpora en su quehacer la defensa y promoción de los Derechos Humanos y los DESCA, reconocemos los pasos andados y las voces levantadas de miles de mujeres que luchan por un país en condiciones de mayor equidad, igualdad y en paz.

Respaldamos los esfuerzos organizativos de exigencia frente a la necesidad de radicalizar la democracia, garantizando la plena ciudadanía de las mujeres y el cumplimiento de la Resolución 1325. Por ello, alentamos y defendemos su participación activa, con poder de voz y decisión, en todas las instancias generadas para la implementación de los Acuerdos, incorporando principios de paridad, alternancia y universalidad, como un paso necesario y definitivo hacia la paz.

A propósito del 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, como sociedad, debemos evidenciar que el conflicto armado generó toda clase de violencias contra las mujeres, dejando tras de sí el estigma y los recuerdos del desarraigo territorial, el dolor de los cuerpos violentados, de los familiares desaparecidos, de los hijos e hijas sin tierra y de procesos de duelo inconclusos… muchas mujeres terminaron desplazadas en las grandes ciudades, obligadas a atravesar un nuevo hecho victimizante: la falta de garantía institucional para resarcir los derechos arrebatados.

Así mismo, la violencia recae sobre defensoras de Derechos Humanos, derivando en amenazas, persecuciones y asesinatos. La denuncia se acalla con más violencia y por ello el movimiento de mujeres ha tenido que presenciar el silenciamiento de muchas voces que un día se alzaron en contra de la injusticia ejercida hacia sus congéneres y en contra de sus comunidades.

En este contexto, es evidente que el compromiso del Estado y de la sociedad civil con la erradicación de las violencias contras las mujeres, debe estar presente en la agenda pública y con mecanismos de acceso a justicia y reparación específicos.

Reivindicamos que no se trata simplemente de reforzar el estereotipo de la victimización, sino que debe reconocerse el aporte de las mujeres a la construcción de procesos que mantienen y recuperan el tejido social. En la historia reciente de este país, son mujeres quienes han dado forma y vida a diversas expresiones e iniciativas de resistencia pacífica, de lucha por el derecho a la verdad, la justicia, la reparación integral y la garantía de no repetición, de construcción de memoria histórica hacia la dignificación de sus vidas y de sus territorios, además de iniciativas de reconciliación con victimarios.

Decimos que la construcción de paz en Colombia debe tener el rostro y las manos de las mujeres, no solo por estos grandes aportes en contextos violentos, sino porque desde la cotidianidad de cada una de ellas se da sustento a la vida; gracias a las labores de cuidado que adelantan, las mujeres recrean alternativas de transformación local, a la vez que son agentes de revalorización de sus territorios.

Sí, el 25 de noviembre recordamos el asesinato de las tres mariposas Dominicanas, así como de las millones de mujeres que han desaparecido. Pero que también sea la oportunidad para reivindicar aquellas que día a día y con sus manos dan forma concreta a hechos de paz.

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